Aprovechando que Purita Campos es una de las invitadas al XXXIV Salón Internacional del Comic del Principado de Asturias recupero un artículo sobre Esther y su mundo que salió publicado en La Guía de las Jornadas de Avilés de este año.
Mi primer encuentro con esta obra se produjo en las páginas de Lily. Cabecera con varias series de la editorial Bruguera y titulada así por una creación de Segura que pronto sería superada por una historieta proveniente del Reino Unido, Patty’s World. Un momento, ¿británica? ¿Patty? Sí, su guionista era Phillip Douglas y Purita Campos la dibujaba para ese mercado, llegando al nuestro convenientemente traducida. Se cambiaba el nombre de la protagonista por Esther y “su mundo” era mucho más moderno que el que había al levantar la vista del tebeo (sí, se seguían llamando tebeos).
¿Quién es Esther? Una chica de 13 años que se dirige a sus lectoras para que participen de sus dilemas cotidianos. Su peleas con su hermana Carol (de la que conoceremos sus desventuras amorosas). Su relación tirante con su madre, viuda, al considerar la relación de ésta con el policía Ted Parsons (una pista del origen de la serie ya que no tenía pinta de picoleto) una traición a su difunto padre. Su amor por Juanito (Johnny en el original ya que aquí se adaptaban los nombres. Algo común y si no que se lo digan a Escarlata O’Hara o a Oliverio Twist) Wowden, un “proto-Beckham”. El reparto principal se completaba con Rita (Sharon), la mejor amiga de Esther pero más atrevida que ella (mi personaje favorito, vaticinio de mi debilidad por ese tipo de chicas) y Doreen, la compañera mezquina, fea por dentro y por fuera. Douglas, que se inspiraba en anécdotas de su mujer, manejaba con pulso las tramas en las que “actuaban” sus protagonistas y… ¡cómo actuaban! El dominio de Purita para crear personajes y hacer que se “movieran” por sus viñetas era sobresaliente. Su capacidad para reflejar gestos, expresiones y, de forma destacada, ambientar y vestir a sus personajes al que no era ajeno su pasado como diseñadora/modista.
Creando con más que oficio multitud de páginas, el personaje triunfó. Sus historias se reeditaban en decenas de formatos (provocando discusiones entre mis hermanas por ver de quién eran los tomos de lomo azul) y hasta consiguió cabecera propia (esta provocó que me sonrojase, no por leer “cómics de chicas”, sino por lo hortera de algunos de los ídolos para adolescentes del poster central). Bruguera cerró y muchas de sus lectoras no siguieron al personaje en la fallida Pecosa de MC Ediciones (en la que lucía una aspecto más ochentero a lo Cindy Lauper). No sólo las reediciones españolas pararon sino también la serie original en 1988.
Pero la relación de Pura con su personaje no acabó aquí. En una visita al Salón del Principado de Asturias fue consciente que sus lectoras no la habían olvidado y de que existían comunidades de fans en la red. Pero éste “culto” no sólo permitió reeditar, convenientemente restaurados por la autora, los cómics clásicos, sino que en 2005 comenzaron Las nuevas aventuras de Esther. Carlos Portela guioniza con talento y capacidad para mantener el equilibrio entre nostalgia y sorpresa. El personaje ha cambiado y también su artista (que se encarga en solitario de la parte gráfica a la vez que restaura la reedición), aunque emule su estilo clásico en los flashbacks.
Mientras, algunas lectoras de entonces tienen los suyos propios ya que la relectura de Esther y su mundo es más evocadora que mojar una magdalena en té.
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