Billy Wilder
Esas fueron las declaraciones del director de origen austríaco sobre el montaje final de The Private Life of Sherlock Holmes. La película originalmente debía durar tres horas y media y ser presentada como un roadshow. Como roadshow theatrical release se entienden las películas de larga duración que se proyectaban sólo en grandes ciudades por un tiempo limitado. Los espectadores tenían que reservar sus butacas, que eran más caras, como si de un espectáculo teatral se tratase. Estos filmes solían exceder de dos horas y media por lo que había descanso a la mitad.
Aunque existen desde la Edad Dorada de Hollywood, desde los 50 hasta los 70 proliferaron como una manera de atraer al público a las salas. Ejemplos de roadshows de esas décadas son: La túnica sagrada (1953), Guerra y Paz (1956), La vuelta al mundo en 80 días (1956), Los díez mandamientos (1956), Ben-Hur (1959), El Alamo (1960), Lawrence de Arabia (1962), Cleopatra (1963), My Fair Lady (1964), Sonrisas y lágrimas (1965), Doctor Zhivago (1965), Camelot (1967), 2001: Una odisea en el espacio (1968), La hija de Ryan (1970) ... El problema vino cuando los hermanos Mirisch y United Artists, los productores, se encontraron con una película demasiado larga que, según ellos, carecía del reclamo de un reparto con estrellas o de una historia con gancho. Wilder, que como coproductor tenía el corte final, no quiso reducir su propia obra y cedió el montaje final a Ernest Walter.
Aunque existen desde la Edad Dorada de Hollywood, desde los 50 hasta los 70 proliferaron como una manera de atraer al público a las salas. Ejemplos de roadshows de esas décadas son: La túnica sagrada (1953), Guerra y Paz (1956), La vuelta al mundo en 80 días (1956), Los díez mandamientos (1956), Ben-Hur (1959), El Alamo (1960), Lawrence de Arabia (1962), Cleopatra (1963), My Fair Lady (1964), Sonrisas y lágrimas (1965), Doctor Zhivago (1965), Camelot (1967), 2001: Una odisea en el espacio (1968), La hija de Ryan (1970) ... El problema vino cuando los hermanos Mirisch y United Artists, los productores, se encontraron con una película demasiado larga que, según ellos, carecía del reclamo de un reparto con estrellas o de una historia con gancho. Wilder, que como coproductor tenía el corte final, no quiso reducir su propia obra y cedió el montaje final a Ernest Walter.
¿Es fallida la obra? ¿Carecen de atractivo sus personajes? ¿Se reconoce el estilo de Billy Wilder? No, no y sí. Desarrollémoslo un poco más. El montaje que nos ha llegado es una película notable y es absurdo comparla con la que pudo haber sido, pues es prácticamente irrecuperable. Como el título indica, el largo trata de el Holmes real frente al mito popularizado por los relatos que el Doctor Watson escribe para The Strand (no hay que olvidar que Arthur Conan Doyle escribe en primera persona con el buen doctor como narrador) En una escena Holmes le reprocha a Watson el vestuario que se ve obligado a llevar pues es el que esperan los lectores. Éste se defiende echándole la culpa al ilustrador (¿Sidney Paget?) Otro tema de la película es la relación del detective con las mujeres. No soy un misógino simplemente desconfío de las mujeres. En la película que nos ha llegado se mantienen dos, llamémosles, episodios que ahondan en ese sentido. Un hilarante episodio con una bailarina rusa en el que se ve el buen pulso que tenían Wilder y su coguionista I.A.L. Diamond para construir escenas cómicas en la mejor tradición de Erntst Lubitsch. El otro es el grueso de la película y nos muestra al detective enamorándose en medio de una intriga que, sin ánimo de destripar (¿spoilear?) nada, implica al Monstruo del Lago Ness. Todo ello magistralmente ambientado con la música de Miklós Rózsa que adaptaría su concierto para violín para los momentos en los que Holmes toca.
Sobre el carisma de los actores déjenme que voces más cualificadas los defiendan.
Sobre el carisma de los actores déjenme que voces más cualificadas los defiendan.
Stephens era un hombre maravilloso, procedía del teatro. Estaba casado con Maggie Smith y nunca llegué a saber si era homosexual o no. De pronto, durante el rodaje de la película, intentó suicidarse. Tuvimos que esperar hasta que recuperara. Murió en 1995, era un actor magnífico. Yo creo que se parecía al aspecto que debía tener Sherlock Holmes.
Billy Wilder
Robert Stephens interpreta a un Holmes lleno de matices, cerebral, misántropo (no sólo misógino), cínico aunque también vulnerable. Le acompaña Colin Blakely como Watson y, en una escena cortada, como un descendiente de éste que recibe los archivos inéditos sobre el investigador.
En algún lugar de los sótanos del Banco Cox and Co se encuentra una caja que lleva mi nombre nombre y que no debe abrirse hasta cincuenta años después de mi muerte. Contiene recuerdos de mi larga asociación con el hombre que elevó la ciencia de la deducción en un arte.
Con esta excusa se entra de lleno en el pastiche holmesiano. Historias fuera del canon escritas por otros autores que profundizan en aspectos implícitos en la obra de Doyle, llevándolos en ocasiones a otro terreno. Sin salir de España, han escrito pastiches holmesianos Enrique Jardiel Poncela, Rodolfo Martínez o Rafael Marín.
Así, la pareja protagonista, siendo reconocibles con la imagen que se tiene de los personajes, da una profundidad inédita a los mismos. Se alejan de Basil Rathbone o Nigel Bruce (siempre me exasperó su Watson tontorrón que no aparecía en la obra de Doyle, teniendo en cuenta que era un alter ego de él mismo) pero no resultan tan sorprendentes como los que veremos próximamente en la película de Guy Ritchie: Robert Downey Jr y Jude Law. Por cierto, más que en el canon está inspirada en un cómic inédito.
Otros miembros del reparto a destacar son: Christopher Lee como el hermano aún más listo de Sherlock, Mycroft. El excelente actor, que también interpretaría al detective con el vengador Patrick McNee como Watson, nos deleita con una de sus pocas películas sin peluquín. La mujer que enamora al protagonista es Genevieve Page y en personajes más secundarios tenemos a Stanley Holloway (recordado por todos como el Sr. Doolitle en My Fair Lady) como sepulturero o Clive Revill como Rogozhin.
No entiendo las reticencias de los productores. ¿Se imaginan a otra pareja protagonista? ¿Qué tal Walter Matthau y Jack Lemmon? Aunque trabajarían en otras películas juntos como La extraña pareja, Dos viejos gruñones y sus secuelas, fueron dirigidos juntos por primera vez por Wilder en En bandeja de plata y en dos ocasiones más: el estupendo remake Primera plana y la decepcionante Aquí un amigo.
No creo que la película fuese más wilderiana, con este duo. La falsedad, la impostura y el fracaso amoroso, temas típicos del director y guionista salpican la trama. Tampoco conviene olvidar una concepción clásica de la puesta en escena y unos diálogos que no por menos citados, son menos antológicos.
Holmes: Sí (pausa) está siendo indiscreto.
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